jueves, 17 de octubre de 2013

XVII

Quizá antes fueras más “tú” que ahora, y ahora ni siquiera contemplas los días como tales.

A día de hoy no queda nada. Ni las sonrisas fingidas, ni sus cosquillas hasta morir.
Las olas te vienen buscando el frío de los pies porque ya o encuentran vitamina propia que a ellas mismas vaya por instinto.

El opaco de los espejos hizo que te acostumbraras a no quitar el vaho después de cada ducha rápida de subconsciente, y se fue acumulando en cal cristalizado, una encima de otra, para no dejarte ver.

Que no deje el agua de rozarte las heridas, duele,
admítelo,

pero es lo único que te dará vida. 
Por y hasta el momento.
.




Góndola.

viernes, 11 de octubre de 2013

XVIII - "Rojo. Relativo"

“A este ruido, tan huérfano de padre, no voy a permitirle que taladre este corazón podrido de latir…”

Tú, y los típicos pálpitos con carencia de cordura.

Se embruja el horizonte. Las cadenas, los candados.
Max Ritcher como modo de inspiración, y ese dolor insuperable que nos hace pertenecer de, tanto.

Fallacia alia aliam trudit; y así es como caen en el olvido los pájaros que ya volaron, desatándose de sus nombres, y las heridas.
Y es como quedan los rencores y la gran pregunta de “qué coño hago aquí”.
De qué sirve ignorar lo ya ignorado. Para aguantar rechinando los dientes, y las paredes.
De esquina                                                                                                                       a esquina.

Un camino desierto, la propia línea recta y, se anudan los lazos.
Se nos agrieta el suelo y     la lluvia     empapa los cristales de un ansia tóxica.





Te muerdo y se para el tiempo.

Y volvemos a rebobinar.


Donde las cuestas se hacen infinitas, el árbol desfallece y la luna se esconde.

Flashback involuntario.

¿Dónde están los lobos? ¿Dónde están las heridas abiertas?
Señora sumisión ahogada en ácido perpetuo.
Asfixia     .

Entonces corremos a cinco patas, incalculando la ira.
Se nos apaga la noche, se abren las nubes; aparece el océano ahogándonos en mareas.
En estrellas rojas. Relativas. En bocas de ceniza, en música.

Solo cuando nos volvemos a perder dándonos la vuelta ante el tiempo.

Todo marchita rápido en un ciclo impoluto, un secreto involuntario.
Un paréntesis del olvido de la  vida del ignorante que hace que sabe, y muerde la mentira. 
Apagando la vela de la cordura.
Aumentando la represión.

Hasta que amanezca la era de las mariposas, y todo se derrita de nuevo entre las curvas.


Qué Delicado.

Góndola.

martes, 1 de octubre de 2013

XXVI Invitación

Es-Calor-frío.
Un sudor que me lleva al subcielo.
Infierno paradisíaco.
Como esa, tu boca, tan blanda…
Me atraganto con imágenes, fotogramas, una rosa roja que respira sobre el felpudo.

Tocan a la puerta y yace ahí. Siempre sola.
Melliza de mis deseos, desgarrándome,
gritándome al doble alma,
arañándome la garganta,
arrastrándome, como a ti, me arrastro. Inconsciente.

Y te espero.
Frágil, impoluta de sentimientos que contigo no sean recíprocos.
Y me enseñas los colmillos
Y qué placer que me corroe las venas cuando me susurras que me calle.
Que seré esclava de ti, sublime.
De tu sabor a pecado…

Lo que daría el lobo por volver a pecar.

Que la ansiedad se escriba con tu nombre y mi bondad hacia el mundo con un “te odio”.

Déjame vivir, por favor.





Contigo.





Góndola