La línea del horizonte me susurra tu mirada negra, constante
y profunda. Esa mirada que me provoca sed y hambre y me arrastra y me hiere, y
me hace adherirme a ti como un parásito que disminuye en lugar de crecer,
dentro de tu cuerpo.
Y escarbo, buscando lo que me alimenta y me quita las ganas
de beberte. Y me aumenta la agonía y te quiero toda mía hasta que muero. Por tu
culpa. Y vuelvo a revivir de nuevo como una puta maldición enfermiza que me
hace pedazos y me destroza la vida.
Y encima me gusta.
Porque no permito otro motivo por el que sufrir. Todos me parecen absurdos si los comparo contigo.
Madre mía. Quiero que me mate ya esta locura.
Y quedarme sola.
Contigo en mente.
Hasta que se me acabe el tiempo.
Góndola.