domingo, 31 de julio de 2011

II


Las hojas del árbol caían como las horas del día, una tras otra, aún así seguían creciendo nuevas… La rutina se soldó a la esperanza como si fuese obvio que debía seguir esperando.

El tronco se mantuvo fuerte a pesar de que veía prácticamente imposible que las nubes abriesen paso al celeste y pudiese ver que si estaba allí y existía de verdad…

Aquella noche cayó inesperada, como si de la mañana hubiesen robado el amanecer monótono que siempre nos despierta cuando menos queremos. Lo curioso es que ese “despertar” SÍ que lo quería.

Lo quería, siempre lo quiso, pero lo mantuvo guardado, arrugado en el intento frustrado de buscar lo perfecto…

Hoy aún no cree que haya caído del cielo tal ángel disfrazado. Gracias a este, pudo desatrancar la rama del árbol que se quedó encajada en su ventana y se atrevió incluso a trepar por ella. Trepó descalza, sin miedo ni dudas, con la conciencia y el alma tranquila sabiendo que estaba totalmente resguardada…

Ahora se encuentra en aquel mundo que describió cierto día en aquel papel arrugado. Los rasguños de los pies al trepar por las ramas se cicatrizaron de forma mágica, se hizo de día y fue capaz de dejar caer la vela prado abajo… ¿Pudo ser todo tan real?

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Esto quedó atrás como “momento perfecto”. Ella sonríe por tener en sus manos la seguridad de que los días que le sigan serán igual o incluso mejores… ¿Qué más puede pedir?

Un mundo mutuo, alguien mutuo.


Góndola.

viernes, 29 de julio de 2011

jueves, 28 de julio de 2011

XXVIII


Abres los ojos cada mañana y te encuentras en un mundo donde la rutina es algo básico que todos deben seguir. Día a día…

Día a día te das cuenta de que nada cambia: Te propones una meta y luchas por ella. ¿Y si no tienes meta? ¿Para qué vives? ¿Con qué cosas intentas saciar la sed de estar en movimiento y hacer que todo pase más y más rápido?

La monotonía es algo que nos ayuda a crear una atmósfera ajetreada donde preocuparnos por el “qué hacer” es innecesario, pero… No es esa la única forma de escapar del vacío.

Hay veces que es preferible dejar los ojos cerrados y viajar hacia lugares en los que realmente SÍ que nos sentimos nosotros mismos. Donde nada se interpone y donde verdaderamente existe eso de respirar “aire puro”.

Todos nuestros mundos son distintos, no hay ninguno que se parezca al otro, ni viceversa. No quiere decir esto que en cada una de nuestras burbujas estemos solos…

Pocas personas son las que ven más allá que las demás. Que sobrepasan el horizonte que ellos mismos en cierto tiempo lograron crearse. Pocos son los que llegan a saborear el clímax de esta “Rose Experience”, pero, siéntanse afortunados porque es algo imaginablemente perfecto.

El paraíso se rinde a vuestros pies. Abran los ojos de nuevo y vean que todo cambia. Que ambos mundos se mezclan, que todo lo que entendían como “irreal” lo tienen justamente en su mano. Que todo lo que deseaban haber tenido, germina…

Vuestros sueños se hacen realidad.

Nada vuelve a ser igual que antes.

Góndola.