Nos pusimos a pelear como
estúpidos, riéndole la gracia al tiempo y su gula.
Hacía frío, se estaba húmedo, las
sábanas, las sobras, las manos intrusas.
La ventana estaba abierta, las ramas
entraban por todas partes
sus sombras abrazaban pieles inertes haciendo sudar en lo imposible,
congelando los grados,
agarrando bocas, fijas, entre otras,
impidiendo el paso a vuelos rápidos.
Hacíamos equilibrio en barandillas de
acero,
a muchos metros de tierra firme,
y de la luna.Las voces mudaron allí, y no han vuelto.
Góndola.
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